viernes, 29 de enero de 2016

Tu reflejo.



¿Acaso podrá tu reflejo
sobre el agua
mi sed de amor saciar?
¿Podrá el frescor 
de tu mirada
mi fuego interior refrescar?
¿La poesía de tus labios
calmará mi soledad?
Mientras oigo correr el agua
me llena la eternidad.
Recuerdo revivo resisto
y muero en tus brazos, quieto,
mientras sueño despertar.

Silencio.



Es en el silencio clamoroso de la ruina
donde la soledad acampa en su quietud
dolorosa, eterna, inmisericorde y fria.
Los gritos mudos del tiempo que ya fue
los pasos inmóviles grabados en la hierba
los besos, las caricias, las lágrimas
vertidas y los corazones olvidados
en las cuatro esquinas de esos muros derruidos.
Es en el silencio de la soledad vacía
es en el silencio prolongado de este día
cuando veo, cuando siento, cuando descubro,
cuando comprendo que ...  

Puerta secreta.

He perdido la llave
de tu puerta secreta.
He olvidado el camino
que conduce a ella.
Olvidado entre las ramas
verdes busco tus ojos 
pero no los encuentro.
Quizás nunca tuve la llave,
porque tu siempre abrías la puerta.


Pequeño jardín.




A veces un pequeño jardín crece donde menos te lo esperas regalándote colores y frescura que no imaginabas. 

Pasarela a la luz.

Sabes que hay luz al final, pero no te has preparado suficiente. En tu plácida penumbra imaginas la luz, pero no tienes valor para mirarla de frente. En la seguridad mezquina, al abrigo de las sombras, consumes tus días tristemente. ¡Avanza! ¡Atrévete! ¡Deja que la luz te ciegue, acaricie con fuerza tu piel, caliente tu corazón! ¡Abre los ojos!
Pero te has acurrucado en tu rincón: prefieres la ceguera.

No suenan.



La eternidad del tiempo
llenó de silencios el cielo.
Campanas mudas, testigos
de la soledad sin término.
Nidos vacíos, batir de alas,
recuerdos.
Es el corazón del hombre
guardián de tesoros inmensos
perdidos sin remedio
en la línea del tiempo.

Piso séptimo.



No necesito mirar
para saber que no estás
en el piso séptimo
ventana séptima.
No necesito mirar
para sentir tus labios
en mi mejilla
mientras un hilo suave
de voz
acaricia mis heridas.
Se rompe el cielo en la negrura
abriendo esperanzas
de luz y aliento.
No necesito subir 
al piso séptimo
ventana séptima.

Muro jardín.

Conozco el aroma de tu jardín secreto
he respirado su frescor de ternura
inefable que penetra el alma.
He visto las flores tras el muro
tantas veces.
Ahora que te has ido lejos
ahora que tapiaste la puerta
ahora lo recuerdo.
Y al pasar cerca aún me invade
esa paz serena que viví algún día
dentro.


Me asomo.



Me asomo, furtivo,
a ese interior oculto
que insinuas sin quererlo.
Veo el descuidado jardín
de tus deseos,
la reja en la ventana
de tus sueños muertos,
te busco
pero no te encuentro
y hace frío.

Última luz.




La última luz de este día agoniza suavemente y susurra un horizonte nuevo. Te miro mientras miras a lo lejos y te pregunto: ¿qué ves, qué sientes? No respondes, sigues mirando fijamente como si fueras a perderte ese instante único que sólo tu puedes ver. Siento tu mano, resbala una lágrima, se hace la noche y ... (...sigue tu...) ... 

Inaccesible.



Estás allí
inaccesible y distante.
Puedo sentir tu presencia hueca
el perfume amargo de tu piel
reseca.
Estás allí
viendo pasar el cielo
a tus pies
inaccesible y distante.
Aunque pudiera alcanzar tu rostro
seguirías estando allí
inaccesible y distante.
En tu castillo 
asomada a la ventana
esperando imposibles miradas
ignorando inaccesible y distante
el amor.

Engranajes.

Hubiera roto los engranajes del mundo para respirar tu aliento un segundo.


El muro.



Esos muros que amansan
la furia imparable del agua
Esos muros que levantan
sus ojos más allá de tu alma.
Cuántos muros salvé
para verte florecer,
cuántas veces superé
su altura para ver nacer
esa llama indescifrable
ese nuevo amanecer.
Y ¿para qué?
Por encima de sus bloques
encaramado en lo alto
busco ese camino
que me llevará al otro lado
¿estarás allí?

Argollas.

Amárrate a este muro para soñar profundo y cuando venga la tormenta no perder el horizonte. Este asidero fuerte sostendrá tu alma en el ciclón. Podrás soltarte siempre, cuando quieras, y aprender a volar. Eres libre al amarrarte y libre al desasirte. Antiguos hombres de estas tierras pusieron las argollas fuertemente unidas al muro del conocimiento, para que nuevas generaciones no se pierdan.


Verja vieja.



Vieja verja cien veces repintada
y otras mil oxidada.
Vieja verja que no impediste
el paso del tiempo triste.
Vieja verja trabajada
en la forja de los días,
¿por qué permaneces cerrada,
si no paraste las horas
felices de ayer?
Vieja verja, abre tus hojas
al sol del atardecer.

Testigo.

No quiero ser testigo de la realidad. Sólo quiero impresionarte. Utilizo mis herramientas, junto, mezclo, remuevo y muestro, no pretendo que creas lo que ves sino que veas lo que crees.


Tan lejos.



Tan lejos la libertad,
tan lejos.
Renunciada por temor
muy viejo.
Tan lejos la libertad,
tan lejos.
Tantas veces reclamada
tantas olvidada.
Tan lejos.

Cada instante conquistarla
cada aliento has de abrazarla.
Sólo tu puedes ganarla,
con tu vida en cada instante.
¡Que no te la de nadie!
Aquellos que la prometen
sólo quieren encerrarte.

Subirás.




Sube conmigo. Veremos morir el día, veremos nacer la noche y soñaremos despiertos un amanecer que nadie conoce.

Soy reflejo.



¿Soy reflejo o realidad?
¿Vivo sobre el agua 
o puedo sentir el viento?
¿Puedes acariciar mi piel?
Así sabré si te siento.
¿Puedes besar estos labios 
para apagar esta sed?

¿Soy realidad o reflejo?
¿Desapareceré con la luz
o permaneceré en las sombras
hasta que salga el sol?
Y si me abrazas tierno
puede que volemos también.

Fachada.



Sólo queda tu fachada
apuntalada por la espalda.
Te han arrancado de cuajo
el corazón y las horas,
los días, las palabras, los pasos
escritos durante años.
El sol de la media tarde
ocupa las viejas estancias
vacías ahora y huecas
dejando adivinar
tu secreta esencia.

Sin más.



Y así, sin más,
nace un nudo en la garganta.
Y así, sin saberlo,
se nos muere algo por dentro.

Y así, sin querer,
resbalan lágrimas de silencios.
Y así, inmisericordes,
los recuerdos cantan
tristes canciones de amor.

Y así, sin más,
hiere un espino la garganta.
Y así, sin sospecharlo,
se nos vuela sin remedio
el aliento.

Reflejo.




No es el sol lo que ves, es sólo su reflejo. Si quisieras mirarlo de frente, quedarías ciego. Así, a veces, la verdad es demasiado grande, demasiado fuerte, demasiado dura, demasiado intensa para que podamos verla, comprenderla, hacerla nuestra o hacernos nosotros parte de ella. ¿Tú qué ves? ¿Ves la verdad? Pues dime ¿cómo es?. 

Puertas cerradas.

Hay puertas que cuando se cierran, parece que jamás se hubieran abierto y hasta las sombras de la luz se resisten a ellas. Otras, en cambio, siempre dejan pasar la melancólica sonrisa del atardecer.



Publicidad.

Subestimamos el poder de la publicidad, generadora de necesidades inútiles. Estereotipos, generalizaciones, prejuicios, lugares comunes, imposiciones absurdas que no conducen a la felicidad, aunque la prometen. Nos dejamos llevar.


Mundo maravilloso.



Y sales una tarde y ves lo que parece un falso decorado. Pero no, es el cielo que susurra verdades con sus colores carmesí, rosas, naranjas, azules. Entonces se te abren los ojos, el corazón se esponja, la mirada se empaña y recuerdas, recuerdas tu pequeñez y descubres, de pronto, tu grandeza al ser capaz de sentir esa belleza. Hay, ahí, algo muy grande, tan grande como el mundo, y más. Aquí lo traigo para que lo veas y quizás descubras lo que vemos.

Mañana, puede ser.



Y mañana
¿habrá otro amanecer?
Después de morir el sol
en este canto de plenitud
después de ofrecer su voz
infinita de color y fuego
¿puede amanecer de nuevo?

Y mañana
¿te veré?
después de olvidar tus pasos
después de mirar atrás
y haber perdido tu rastro
¿te veré?

Y mañana
¿me sorprenderá el atardecer
otra vez
y estremecerá mis entrañas
vertiendo silencioso llanto
de ardientes nubes flotando
al anochecer?

Luz de plata.



Enséñame a mirar con luz de plata
las pequeñas cosas de la Tierra
Enséñame a respirar el aire puro
de las tardes frías de invierno
mientras la vida se escapa
mientras el alma se eleva
mientras las lágrimas vuelan
en ríos de nubes altas.

Enséñame a mirar con luz de plata
las ramas de los arboles quietas
porque guardan el secreto
más sublime y más eterno
que la paz es posible
y el camino es el encuentro.

Descuido.

Lo que no se cuida, se estropea.
Verja del Patio de la Armería, Palacio Real, Madrid, España.




A ti.



Sin saber dónde estás ahora
sin adivinar si ríes o lloras
sin esperar que hoy escuches.

Quiero llegar allí
donde tus sueños más dulces
duermen.

Quiero alcanzar la luz
tranquila de tu paz clara.

Quiero hacerte llegar
la palabra.

Hablar a tu soledad 
susurrar a tus ilusiones
cantar a toda esperanza
velar tu temor eterno
cuidar tus viejas heridas
dibujar en tus labios
una voz de sonrisa.

En la penumbra llegar allí
donde tus sueños más dulces
duermen.

Atardecer.



Llega la noche y no estás
el sol se pone 
la luz se va.
Llega la noche y no estás
tu luz de ayer
nunca volverá.
Triste atardecer sin ti
triste ocaso en soledad
triste llanto crepuscular.

La puerta.




Una puerta al pasado permanece cerrada. Llaves, cerrojos, candados. No puedes recordar, el olvido,las heridas el tiempo al pasar. Como ladrón en tu memoria quieres entrar. ¡Pero si tienes las llaves!: ábrela. No puedo, contestas, no me atrevo ya.

Fuego en el cielo.




Atardecer de fuego
abrasador de cielo.
Tristeza amarga
consumiendo el alma.
Esperanza naciendo
al morir el día.
¿Cuándo tu sonrisa
me traerá la alegría?

El camino


Blanqueaba ya el camino
bajo los pies cansados
mientras el sol gritaba
silencioso su partida.

Un recuerdo triste lo inundaba

todo.
Y las lágrimas volaban
a las nubes encendidas
más allá de la mirada.

La soledad se hacía grande

en la garganta,
esperando una mano imaginada
quizás soñada, vivida, recordada.

¿Por qué regalas sol tu luz

incandescente
al caminante solitario
arrancando su alma y sus raíces
de la senda y con tus alas
busque volando el horizonte?

Realidad.



La realidad no es tan simple como la ves, nunca es lo que parece, esconde mil matices en cada rincón, guarda secretos delante de tus ojos, siempre complicada, jamás del todo conocida. La realidad es tan rica, está tan repleta y puede estar tan vacía para un corazón triste, tan inmensamente llena para unos ojos llenos de ilusión. Si te dejas llevar por la tristeza: ¡te lo pierdes!

En lo alto

Permaneces, piedra tallada, inmóvil. Testigo del tiempo en la altura que habitas bajo el cielo, mirando de reojo el nido próximo: ¡quién pudiera volar! aunque finalmente se quebrara, por un momento podría respirar la libertad.
Inquietas aves altaneras, efímera es su vida, leve pluma volando siempre ocupada en procurarse el alimento, el cobijo, subsistiendo: ¡quién pudiera permanecer! cual piedra firme e inmutalbe perdurando eterna sobre recias catedrales.
¡Quién pudiera! vivir ahí, tan arriba, donde poder medir el horizonte y alcanzar a ver lo que se espera antes que llegue y se evapore.





Nubes.



Así pasen mil años o toda la eternidad, cuando mire a las nubes no podré dejar de soñar.

En la niebla.



Las ramas, los troncos, las hojas secas se pierden, a lo lejos, en la niebla. Como los corazones rotos que tejen su urdimbre unos con otros muriendo en el olvido de los tiempos. Un sol radiante y una brisa, en primavera, levantarán el velo blanquecino y así podremos ver, hasta dónde llega el sentimiento.

La cigüeña y el tiempo.


Soneto de la cigüeña y el tiempo.


Encaramada en el vértice frío,
oteando el horizonte gris, altiva,
mantienes hoy la mirada cautiva
buscando a lo lejos luz de estío.

Mientras las nubes en su desvarío
corren, vuelan y el tiempo se va,
cuando las horas alegre cantaba
el viejo reloj halcón señorío,

Sola en tu roto nido sin vida
recuerdas con tristeza tan hiriente
los momentos en que juntos rompiendo

los cielos, dulce travesía alada,
dibujabáis versos a poniente.
Esperanzas nuevas están naciendo

Camino oscuro.

Un camino oscuro y difícil recorro ahora mientras el tiempo vuela y se lleva mi aliento. Busco entre las sombras grises el destino flanqueado de altos muros negros en la noche. Y soy el mismo, siempre el mismo y siempre diferente. Acaso veo allá a lo lejos una luz que resplandece ¿habrá entonces respuestas? ¿habrá paz? ¿habrá consuelo?