Y si el cielo estaba rojo
porque lloraban mis ojos
y las cálidas lágrimas
resbalaban perdidas,
¿cómo iba a contártelo?
Y si el cielo estaba rojo
porque lloraban mis ojos
tristes de ver dolores
rompiendo los corazones
¿por qué no iba a explicártelo?
Para que tú me comprendas:
el cielo estaba rojo
porque lloraban mis ojos.
Nicolás Vaquero Martín.
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